Las necrópolis fueron construidas por varias razones, a veces eminentemente religiosas, como la Necrópolis de Giza, en Egipto. El llamado Valle de los Reyes surge durante el Imperio Nuevo, frente a Menfis, con el propósito de evitar los periódicos robos de los ricos ajuares funerarios de faraones y nobles egipcios, configurando los enterramientos como lujosas galerías subterráneas, pero ocultando y sellando sus accesos; la gran mayoría fueron saqueadas pocos años después.
Muchas culturas fundaron necrópolis en respuesta a la prohibición de practicar enterramientos dentro de los límites urbanos. Los caminos que partían de las ciudades fueron ornados con monumentos funerarios, especialmente en el Imperio Romano. Aun pueden verse en la Vía Apia de Roma, en Italia.
Durante el siglo XIX las necrópolis monumentales gozaron de un resurgimiento, alentado por la moda victoriana, con grandes y elaborados sepulcros.
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